"...porque al volver y descubrir que todas las otras damas se habían ido esa misma tarde nos dijeron..."
Nos dijeron, con la alegría reflejada en sus caras, que ya sabían quien era la más adecuada para que se casara con Ryan; y yo, ingenua de mí, esperaba que saliese de algún escondite una preciosa damisela de ojos azules, rubia melena y adorables modales y le comunicasen que ella sería su esposa, que a mi me darían sus "Lo sentimos, pero no eres de cuna noble" y sería feliz. Pero eso no pasó, los Reyes nos felicitaron y eso hicieron algunos sirvientes sin que yo entendiese nada y con la vaga esperanza aún presente.
Cuando nos comunicaron oficialmente que nos casaríamos me sentí desfallecer, me tambaleé un poco y después me desmayé. Al despertar más tarde, en mi elegante cuarto de la corte real, vi a mi madre a mi lado, feliz, radiante. Tanto o más que cuando tenemos una buena cosecha y sabremos que no pasaremos hambre en invierno.
Me incorporé un poco en la cama, pero aún me sentía débil así que no me forcé.
Al cabo de un ratito cuando vino la reina y pidió que nos dejasen a solas volví a esperanzarme de que me dirían que no era adecuada por haberme desmayado en el momento más feliz de mi vida. Pero no, lo que dijo fue más o menos esto:
- Querida me enorgullece que formes parte de la familia. Quiero que sepas que no fue una elección sencilla, pero el rey está ya muy enfermo y una de sus voluntades en la que más insistió fue la de que Ryan se casase con una chica que no tuviera la sangre azul.
- Pero, pero, pero... yo... yo no...- en ese momento sentí como volvía a perder el conocimiento y lo último que oí fue a la reina decir:
- Descansa, querida.- mientras me arropaba y me acariciaba la frente.
Más tarde, cuando me desperté, ya era de día y parecía que el castillo estaba rebosante de actividad así que me puse un vestido que encontré por ahí, el más sencillo y cómodo de todos, ya que me lo tenía que poner sola y un chal sobre los hombros, y bajé al gran comedor para desayunar algo aunque no tenía mucha hambre ya que seguía con el estómago algo del revés. Por los pasillos me crucé con muchos criados, pero ninguno me dirigió siquiera una mirada así que supuse que tal y como iba vestida debería parecer más una criada que una futura reina.
Estaban todos en el comedor desayunando y el gran reloj de la esquina marcaba las nueve de la mañana, tomé asiento junto a una chica muy guapa, de pelo claro, sin llegar a ser rubio, ojos grandes, claros y expresivos, labios carnosos y de color rosado; en definitiva era muy guapa, me sentí inferior a ella y me pregunté por qué no se habría enamorado Ryan de ella ya que si lo hacía el rey seguramente daría su aprobación. Rápidamente salí de dudas.
- Querida, me complace presentarte a lady Catherine Hurley, hija ilegítima de Edwin, el rey; aunque para mí es como la hija que nunca tuve- lo dijo con toda la ternura del mundo, como si no le importara el engaño de su marido ni nada parecido.
- Oh, encantada de conocerte pues, lady Catherine.
- Lo mismo digo, pero por favor tutéame y no hace falta que me llame lady Catherine, con Cathy llega.
- De acuerdo, a mí puedes llamarme Nathy y por supuesto que no hace falta que me trates de usted.
- Me parece bien, si te apetece podemos ir a pasear más tarde, me sentía tan sola en este lugar lleno de hombres, sin ninguna dama con clase.
- Oh, pero yo no...
- Ella no tiene clase, Cathy, simplemente tiene suerte- me vi interrumpida por ese comentario hostil de Ryan, que no me dejó explicarle a Cathy que yo no tenía clase.
- Gracias, no podías haberme hundido más en la miseria.- dije girándome hacia él y mirándolo con todo el odio que era capaz de expresar; acto seguido me levanté, derramando una taza conté por el impulso, y salí corriendo llevándome conmigo toda la dignidad que me quedaba.
Subí hasta mis cuartos, pero no estaba a gusto me sentía encerrada, así que para que no me vieran al salir al jardín, puse en práctica todo lo que aprendí escalando muros y trepando árboles de pequeña, alentada por los chicos con los que jugaba, y me dispuse a bajar reptando por el muro de mi habitación, que daba directamente a uno de los jardines. Al llegar abajo me dirigí hacia el río ya que no conocía más lugares por esa zona y no sé cómo, pero acabé debajo del gran sauce llorón de la noche anterior. Estaba llorando y pensando en cómo había cambiado mi vida de la noche a la mañana cuando noté movimiento a mí alrededor, cuando quise darme cuenta había un chico muy guapo, de mi edad aproximadamente, con el pelo rubio, los ojos azules y una expresión muy serena en la cara, sentado a mí lado.
- Hola, soy Eric Loosle, pero puede llamarme Eric; ¿podría saber por qué llora una dama tan bella como vos?
- Encantada de conocerte, Eric, soy...
Y no pude acabar la frase porque me volví a ver interrumpida por Ryan, que hacía su entrada triunfal debajo del sauce, y yo ya me estaba hartando de que me interrumpiera siempre, pero me lo callé ya tendría tiempo de decírselo más tarde.
- Largo Eric, déjame a solas con Nathy.
- ¿Es ella? ¿Tu futura esposa? ¡No me lo puedo creer! ¡No sé de qué te quejas!
- Lárgate, Eric, ya.
Después de que Eric que marchara, se sentó a mi lado, pero me aparté considerablemente de él aunque se volvió a acercar y yo ya dejé de alejarme, sobretodo porque estaba cansada y harta y ya todo me daba igual.
- Nathy, oye...
- Nathalie, para ti.-ahora me tocaba interrumpirle yo a él- ¿se puede saber de qué vas? Vale que seas el príncipe y todo eso, que está muy bien, pero no eres nadie para tratarme de esa forma, no eres nadie para tratar de esa forma a nadie; mira a Eric, pero ¿quién te has creído que eres para echarlo así? Al menos estaba siendo más simpático que tú y ya estoy harta de que me interrumpas todo el rato, ¿qué pasa? ¿te crees que no puedo valerme por mí misma? Pues que sepas que sí, que ya lo he hecho y posiblemente el que no sepa valerse por si mismo eres tú, ¡además me niego a pasarme la vida casada contigo y conviviendo de esta manera!- acabé, cruzándome de brazos y con lágrimas cayéndome por las mejillas.
- ¿Has acabado?- asentí- Bien, oye si te interrumpí, fue sin querer y ese tipo al que eché de aquí es mi mejor amigo- al ver mi amago de interrumpirle, levantó la mano y siguió- y solo estaba intentando conquistarte, como hace con todas, y yo lo que quería era disculparme contigo por cómo te había tratado en el desayuno, sé que no fue lo correcto, pero es que estoy demasiado furioso para con mis padres como para pensar lo que digo y a quien se lo digo. No te niego que sepas valerte por ti misma mejor que yo y, Nathy, yo tampoco quiero pasarme la vida discutiendo...
Esto último lo dijo secándome las lágrimas, mientras me acariciaba la mejilla con una mano suave, con la otra estaba jugando con un mechón de mi cabello, yo estaba como hipnotizada por lo que me había dicho y perdida en sus ojos verdes, así que cuando se empezó a acercar cada vez más, no me importó, lo dejé hacer. Solo que justo cuando nuestros labios estaban a punto de unirse...
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Este capítulo se lo quiero dedicar a Anika, que no la conozco ni nada, solo que con su comentario me dio ánimos para volver a publicar ya que pensaba que esto ya no lo leía nadie.
Gracias :3
Saludos ^^