Releí otra vez la invitación, no podía creerme lo que ahí aparecía escrito; teóricamente era imposible que yo, una campesina pobre, fuese invitada al palacio real a conocer a los reyes y a su hijo.
Mis padres estaban eufóricos, enseguida empezaron con los preparativos para viajar ahí lo antes posible y que no pareciese que rechazábamos la invitación.
Yo no quería ir, eso solo podía significar una cosa, matrimonio,y ya se rumoreaba que los reyes querían casar a su hijo para concederle el poder. Lo extraño es que yo, fuese tomada en cuenta para eso.
La idea del matrimonio me aterrorizaba, no soportaría depender de un hombre el resto de mi vida, que el tome mis decisiones, que me delimite la vida; sé que eso es imposible, que tendré que casarme, pero preferiría hacerlo con mi mejor amigo, alguien de confianza, que sabe como soy y lo que me gusta, él me dejaría elegir, sin embargo es imposible: mis padres no lo quieren.
Mi madre escoge mi mejor vestido, que seguramente parecerá simple y pobre junto a los lujosos vestidos de las otras escogidas porque no era la única invitada, habría más, por lo menos diez. Era para que Sus Majestades escogiesen a la más bella, educada y modosa de todas para que se case con Ryan, el príncipe.
Nos encaminamos hasta la colina que lleva al palacio real, yo con mi vestido rojo, sencillo, con un simple encaje dorado en el corpiño ajustado y ligeros adornos azules claros en la falda, mis padres en un coche de caballos, pronto nos despediremos y yo tendré que seguir sola, a pie, hasta llegar a mi destino.
Me despido de mis progenitores, me subo ligeramente la falda y comienzo a subir la cuesta bastante empinada hasta la residencia.
Mucho más tarde entro en el palacio, soy presentada y me hacen entrar en un gran salón, ricamente decorado y muy bonito.Están tomando el té. Me fijo en las demás chicas, con sus vestidos lujosos, sus peinados perfectos y sus modales exquisitos y me miro a mi en un pequeño espejo que hay en la pared izquierda: tengo el vestido sucio y arrugado, de mi larga trenza solo queda un hilito de pelo sujeto por una cinta, el resto de mi roja cabellera vuela alrededor de mi cabeza como olas salvajes y tengo manchurrones de polvo en la cara.
Me dispongo a acercarme y sentarme junto a los demás sin llamar la atención y en ese momento tropiezo con el borde de mi falda, haciendo que casi me caiga al suelo y provocando que todas las miradas se fijen en mi; entonces lo veo, en medio de todas las invitadas, con una expresión de burla en su cara como si se echara a reír en cualquier momento, pero no lo hará porque el protocolo lo prohíbe.
Todas me miran con superioridad, excepto la Reina que me dirige una mirada compasiva y me acompaña a sus aposentos a elegir uno de sus vestidos para cambiarme y asearme un poco.
A la hora de la cena bajo y todas las miradas se vuelven a centrar en mí, pero no me importa porque estoy preciosa con un vestido azul cielo, con hilos dorados y un corpiño anaranjado; con el pelo recién lavado, sin recoger, simplemente adornado con una sencilla diadema y en el cuello luzco una preciosa cadenita, con un simple colgante en forma de flor.
Antes de cenar, bailamos. Ryan baila con todas nosotras, pero a mí me deja de última. Cuando su mano roza ligeramente la mía, me ruborizo y noto como todas las miradas están centradas en mí.
Se acerca un poco y me susurra al oído, muy bajito...
2 comentarios:
Waaaaaa! Qué malevola eres! Me dejaste con la intriga de lo que le dijo!!
Uiis sube prontito!!
Girl
Jajajjaja era lo que quería, por eso deje el final, para que cada persona se lo imagine :)
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